martes, 4 de septiembre de 2012

La teta y la luna que lo parió.

Historia de una teta que no soportaba compartir protagonismo.

 

Nunca se llevaron bien. Si una estaba arriba: orgullosa, alegre, positiva, la otra se venía abajo: melancólica, cabizbaja, meditabunda. Si una se iba hacia la izquierda: guerrera, indignada, provocadora, la otra giraba hacia la derecha, por joder nomás. Sus miradas no se cruzaban nunca, claro está, siempre miraban cada una hacia el lado contrario. Al principio pensé que era una niñería, cosas de la adolescencia. Luego me dije: es la juventud, esa necesidad de rebelarse contra lo que debería ser. Con el paso del tiempo me di cuenta que había algo más, tal vez el recuerdo de lo que fué; pero nunca pensé que llegaría a tal extremo. Mi teta izquierda quiere guerra de verdad. Mientras, la otra la mira incrédula, anonadada, impotente...

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